“El éxito lo disfruto en cada entrenamiento”
Desde el 2008 cuando llegó a Almafuerte fue construyendo un
equipo de menor a mayor y tal fue el fruto de su trabajo que en el 2011
salieron campeones y ascendieron de categoría. Hoy, además de jugar en el Club
Sagab, dirige al conjunto B de Ciudad Evita
que interviene en el torneo de césped natural de la AHBA.
Por Rodrigo Gaite
Mientras en La Haya, la tercera ciudad más
grande de los Países Bajos y con un clima bastante agradable, Los Leones y Las
Leonas participan de los mundiales de Hockey sobre césped, en el predio del
Club Almafuerte de Ciudad Evita hace frio, no mucho pero hace frio cuando a las
21.30 finaliza el entrenamiento del equipo B y las jugadoras, después de
recoger los bolsos que dejaron al costado del banco de suplentes, abandonan la cancha.
Ricky Steven, el hombre encargado de la dirección técnica del plantel es el
último en abandonarla. Pero antes de retirarse del predio accede a
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Ricky Steven, con la casaca tricolor del Club Almafuerte
foto: Facebook.com/german.barrios
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“Empecé a jugar
al hockey a los 10 años. Me llevó mi papá que también era jugador y jugué uno
15 años aproximadamente hasta que por cuestiones personales dejé la actividad.
Estuve como unos 13 años sin jugar y después volví con 38 años en una época
donde no se retorna fácilmente. Yo había visto hockey desde muy chiquito. Mi
primer partido oficial fue cuando tenía 10 años y en mi casa había palos de hockey
desde que era un bebe. Acompañaba a mi papá a los partidos y me fijaba en los
amigos de él cómo jugaban y cuando podíamos jugábamos en el fondo de mi casa
con mi papá cuando volvía de trabajar”, recuerda y agrega: “En esa época era
jugar y divertirse, en cambio hoy los aprendizajes y los juegos están
orientados a querer buscar resultado.”
“Actualmente
juego en el club en SAGAB, Sociedad alemana de gimnasia de Almirante Brown,
participamos en primera B y este año no nos está yendo muy bien, pero bueno.
Tratamos de ponerle todo el esfuerzo porque es un equipo que está un poco
diezmado”, comenta.
Pero además de
darle a la bocha con el palo desde adentro de la cancha, hace tiempo que Ricky
sabe lo que es estar del otro lado de la línea de cal y en otro rol. “Empecé en
el 2006 y ya cuando jugaba había dirigido algunas divisiones menores y había
sido asistente de un entrenador en Sagab, Lomas y en Country Longchamps y
cuando retomé mi práctica de hockey entrené un equipo de Mami. En Almafuerte
estoy desde el 2008. Al club llegué por una publicación de un medio de
internet; una página que se llamaba HCRA, donde había información sobre
partidos y un espacio para anuncios y ahí me enteré que buscaban entrenador.
Presenté mi curriculum y me llamaron, pero justo cuando tenía que venir a la
entrevista yo estaba de vacaciones y cuando regresé ya habían contratado a otro
entrenador y por eso no quedé en la elección. Después la persona dejó de estar
a mitad de año y volvieron a publicar el anuncio. Me volví a presentar y me
contrataron y desde el 2008 hasta la fecha estoy acá”, repasa.
Hay fechas en la
vida de las personas que quedaran grabadas para siempre. Fechas que significan
mucho más que un número de dos cifras en un calendario y para Ricky como para
toda la gente de Almafuerte la tarde del 24 de septiembre 2011 es uno de los
momentos que estarán de por vida entre sus mejores recuerdos. Ese día, entre
las banderas y globos con los colores negro, blanco y rojo la gente de
Almafuerte explotó de felicidad cuando el equipo superior llegó a lo más alto luego
de vencer en su cancha a Nueva Chicago y obtener el de derecho a jugar en la A,
siempre sobre césped natural. “Fue algo increíble, pero fue el resultado de una
construcción. Algo que fue de menor a mayor, había objetivos que se fueron
cumpliendo a lo largo del tiempo y nos requirió casi cuatro temporadas alcanzar
el nivel de juego que nos llevó a ganar el campeonato de punta a punta. Creo
que solo perdimos un partido y empatamos dos. Como jugador había tenido un par
de títulos, pero como entrenador fue el primero”, rememora.
Cuando allá por
el 2008 Ricky llegó al club varias jugadoras hacía mucho tiempo que venían
jugando juntas y se había conformado un grupo muy homogéneo, sin embargo él
destaca que a pesar de eso, no le costó adaptarse y lograr ese filing especial
que tienen los técnicos con sus dirigidos. “Tuve una recepción increíble,
siempre trabajé muy cómodo y muy a gusto. Hoy siento el orgullo de ver algunas
jugadoras que yo las he tenido en inferiores y ver los monstruos que son hoy en
día es una satisfacción grandísima”, menciona.
De la A a la B
De trabajar con el
equipo A y salir campeón Ricky comenzó el 2013 dirigiendo al conjunto B “Al
mismo tiempo que empecé en Almafuerte, también había presentado un proyecto en
Temperley, un club donde no había hockey y como eran incompatibles porque
Temperley no estaba federado ni nada, pude tomar esa responsabilidad. Iba a ir
a trabajar como coordinador general y entrenador de las categorías mayores y por
una cuestión de índole personal antes de empezar la temporada renuncié y vine a
tomar el puesto que me habían ofrecido en la tira B acá en Almafuerte”, señala.
Sin embargo para
él el cambio no significó ni tener que alterar su manera de pensar ni su forma
de trabajar con un plantel que no tenía ni la experiencia ni el tiempo de
construcción que el anterior. “Para mi no hay diferencia en el trabajo. La
diferencia es cómo se puedan llegar a medir los resultados. Yo no miro
resultados numéricos, miro evoluciones. Decir ganamos o perdimos no es una
medición que sirva para nada. El éxito está por pequeñas cosas que se van
logrando en los entrenamientos y después se pueden transferir a los partidos.
Hace un año y tres meses que estoy trabajando con el plantel y hubo una gran
evolución. Hoy trabajamos buscando mejores resultados en cuanto a nivel de
juego, a volumen de juego e incorporación de técnicas a las jugadoras que al
ser novatas y no haber tenido tantos años de hockey no han tenido la
oportunidad de incorporar técnicas y recurso”, analiza.
Como cualquier
entrenador de cualquier disciplina Ricky tiene en claro cuál es su idea de
trabajo. “En mi concepción hay un estilo de juego básico que yo lo llamo
idioma, que es el que las jugadoras se van a entender y los principios por
donde va a pasar el juego. Después el estilo de juego depende del partido,
depende mucho de lo que plantea el equipo contrario. El asunto es tener
recursos para poder resolverlo tanto individual como colectivamente. Lo difícil
es plasmar las estrategias en un partido, pero trabajándolo en la semana y con
un alto porcentaje de asistencia en los entrenamientos eso se logra.”, expresa.
Ser campeón es el resultado de una construcción
“Yo voy
obteniendo las satisfacciones en cuotas. La satisfacción es cuando llegas a un
entrenamiento y ver que salen las cosas como uno las planifica, que las
jugadoras las puedan hacer y que en un partido pueda salir lo que se entrenó
durante la semana. El coronarlo con un campeonato, si bien me puso muy contento porque era mi primer título, lo
tomé con mucha tranquilidad porque era algo que decantaba, porque se venían
dando las cosas que uno fue trabajando durante años. A veces el resultado de
los partidos es una anécdota, si uno trabajó bien durante un montón de tiempo
los resultados se dan. Es una alegría obtener un campeonato, pero no lo veo
desde un punto de vista exitista. Fue el fruto de un crecimiento y lo que me
dio satisfacción fue el experimentarlo día a día.”, puntualiza.
“Soy muy
apasionado del trabajo, soy un convencido de que los resultados se obtienen
trabajando en los entrenamientos. También creo que uno siempre puede seguir
aprendiendo, cualquier jugador le puede aportar algo a un entrenador en el
momento que menos se lo espera. Hay que estar abierto a los cambios y aprendizajes.”,
remarca.
Que una persona
sea querida y respetada por todos durante tanto tiempo, no es algo que le pase
a cualquiera, pero a él si y lo sabe “Yo me siento muy querido, me siento muy
apoyado. Supongo que es un poco fruto de la personalidad y un poco de como
trabajo. A mi me llena de orgullo eso, para mi es el mejor premio. Prefiero
tener un grupo de jugadoras que sus recursos no sean los mejores, pero que el
fruto del trabajo se vea y no tener un equipo de elite que crea que no puede aprender
nada. Siempre se puede mejorar, siempre se puede estar un paso más adelante. A
mi me gusta eso, el crecer, no quedarse con una formula y evolucionar. No
permanecer quieto y eso es lo que a uno lo mueve.”, menciona.
Humildad,
sencillez y capacidad de trabajo resumen un poco la impresión que brinda a
quien está frente a él.
Juan Manuel
Fangio solía decir: “Hay que trabajar para ser el mejor, pero nunca creerse el
mejor” y como “El Chueco” algo de eso sabía, parece que Ricky Steven se lo
toma al pie de la letra.